lunes, octubre 24, 2005

AUN SIGO VIVA


Era una de esas típicas noches donde el alma parece abandonarte, yo hacía lo de siempre, pero todo parecía distinto, nuevo y asqueroso.
Estaba parada en la misma esquina esperando lo mismo de todas las noches, pero no llegó nadie. Eran más o menos las 11:30 cuando comencé a caminar, el cuerpo se me congelaba, pero la noche no estaba tan fría. Todo parecía más oscuro que ayer y mucho más que mañana. Fue entonces cuando te vi cruzar la calle, tenías esa sonrisa típica de días tristes, tu cuerpo parecía cansado pero lo ocultabas con ese caminar seguro, digno. Llevabas contigo un bolso, uno de esos que sólo tú tiendes a usar, mis ojos no paraban de mirarte, me deslumbraste. En esos instantes ya no me sentía una hembra en guerra, sino una niña de 7 años mirando una tienda con todo lo que siempre deseó. Temblaba, es cierto, y ni siquiera sabía exactamente el por qué de ello, pero me sonreíste como si esto fuera una broma (y era así, los sentimientos mienten, todo lo que estaba dentro mío en esos momentos probablemente eran mentira),me preguntaste qué pasaba y no supe responder. ¿Crisis existencial? ¿Deseos de morir? ¿Depresión? ¿Ganas de desaparecer? Eran tantas cosas juntas que callé, callé para no decir una tontería que cambiara tu mirada protectora a una de indiferencia. No sé quién eres, pero parecía que no te importaba quién soy ni mi oficio, eres distante y cauteloso, pero brillante, consolador y perceptivo. Quise jugar contigo y acrecentar mi dolor, y tú, sabiamente, no caíste en mi trampa.
Me aterras, por todo eso que eres capas de provocar en mí, ni siquiera te conozco y ya te necesito, no sé cómo piensas ni a qué atenerme cuando me estás mirando.
Caminamos juntos pero separados, quería que me hablaras algo de ti, pero no lo hiciste, sólo puedo sentir que eres alguien y que analizas cada movimiento.

En esta noche eterna todo se ve más intenso de lo que es, pero a pesar de eso, sólo te admiro. No quiero que sientas que todo es con otra intención, me encantaría explicarte que todo tiene un motivo, que el sufrimiento que te entrego es por que es inherente en mi, lo necesito para sobrevivir, para nadar en estas aguas turbias de mi inconciente. Está bien, no llevo salvavidas, pero quiero que seas tú el que me salve de todo esto. (Alguna vez alguien me dijo que debía tener una tabla de surf en la cual poder descansar.La quiero, la deseo, la busco, la encuentro y la vuelvo a perder)

Parece que nunca te detienes y con las horas tu paso se acelera, me estás dejando atrás y ya no sé qué hacer para llamar tu atención, quiero que me mires, que te detengas y me escuches, tengo tanto que decir.

Amaneció y me encontré de vuelta en casa, por fin la noche había terminado, me sentía sucia, pisoteada, frágil, y no me molestó porque gracias a ellos pude ver lo que realmente tenía metido en mi cabeza. Descubrí por qué te quise tanto, por qué te quiero, pero algo falta, una pieza del rompecabezas que todavía esté perdida, la cual tiene relación con todo lo que eres y significas para mi, a lo mejor por eso no puedo entenderte, tampoco comprenderte, compartirlo (contigo) aún menos.

A pesar de darme cuenta de todo lo que hago, lo que siento, lo que necesito, todavía salgo y entro a mi casa con esa sensación de puta en mi cuerpo.

martes, octubre 18, 2005

ALUCINACIÓN


La noche era eterna y mi insomnio también. Así que salí en busca de nada.
Una vez en la calle encendí un cigarrillo y así comenzó mi recorrido hacia el infierno, descendí hacia las profundidades nunca antes vistas, y vi niños, mujeres, hombre, ancianos; vi todo lo que lo que un hombre no es capaz de soportar.
Entonces me di cuenta que me encontraba en las calles prohibidas, esas calles que se nos hacen tenebrosas, esas que solo los valientes se atreven a cruzar; esas supuestas calles en las que se tiene suerte si se sale vivo.
Si era tan terrible, ¿Por qué yo no sentía miedo? ¿Cómo alguien puede temer de gente, personas, seres humanos iguales a nosotros? Son humanos con una vida injusta y cruel, y cómo son capaces de no ver que son personas si tienes brazos, piernas, ojos; tienen todo lo que los acredita como vivos, que sienten, que piensan.
No lo pude evitar, estaba tan rodeado de angustia al ver una realidad olvidada que me senté en una piedra y se me heló el cuerpo. En esos momentos, los roles se cambiaron, y el indigente era ahora yo.
Sus miradas parecían quemar mi piel y los murmullos eran constantes, no podía moverme, así que sólo me concentraba en respirar, y en esos momentos desaparecí, parecía como si entrara en otra dimensión y muriera, y cuando por fin reviví me sentí parte de ellos. Pero escapé.
Escapé y mientras corría creí pisar rostros, voces y días…
Dimensiones en las que tu no estás y en las que yo no quiero pensar en la sangre derramada que cae de mis pies de tanto correr.