martes, octubre 18, 2005

ALUCINACIÓN


La noche era eterna y mi insomnio también. Así que salí en busca de nada.
Una vez en la calle encendí un cigarrillo y así comenzó mi recorrido hacia el infierno, descendí hacia las profundidades nunca antes vistas, y vi niños, mujeres, hombre, ancianos; vi todo lo que lo que un hombre no es capaz de soportar.
Entonces me di cuenta que me encontraba en las calles prohibidas, esas calles que se nos hacen tenebrosas, esas que solo los valientes se atreven a cruzar; esas supuestas calles en las que se tiene suerte si se sale vivo.
Si era tan terrible, ¿Por qué yo no sentía miedo? ¿Cómo alguien puede temer de gente, personas, seres humanos iguales a nosotros? Son humanos con una vida injusta y cruel, y cómo son capaces de no ver que son personas si tienes brazos, piernas, ojos; tienen todo lo que los acredita como vivos, que sienten, que piensan.
No lo pude evitar, estaba tan rodeado de angustia al ver una realidad olvidada que me senté en una piedra y se me heló el cuerpo. En esos momentos, los roles se cambiaron, y el indigente era ahora yo.
Sus miradas parecían quemar mi piel y los murmullos eran constantes, no podía moverme, así que sólo me concentraba en respirar, y en esos momentos desaparecí, parecía como si entrara en otra dimensión y muriera, y cuando por fin reviví me sentí parte de ellos. Pero escapé.
Escapé y mientras corría creí pisar rostros, voces y días…
Dimensiones en las que tu no estás y en las que yo no quiero pensar en la sangre derramada que cae de mis pies de tanto correr.

1 Comentarios:

Blogger Re dijo...

Dimensiones en las que tu no estás y en las que yo no quiero pensar...

Deseo
mire donde mire, te veo
mire donde mire, te veo
mire donde mire, te veo…

20/10/05 23:15  

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